¡Hola! ¿De vuelta? ¡Bienvenidos! 🙂

Antes que nada, espero que hayáis podido pasar un buen verano y exprimido vuestras vacaciones; si algun@ tiene la suerte de seguir en ellas o de no haberlas disfrutado todavía… ¡qué las aproveche al máximo!.

Estos días en los que la mayoría de los españoles se incorporan al trabajo, encontramos en la red noticias que indican pautas de «cómo superar el síndrome post-vacacional«, cómo hacer la vuelta más llevadera y, al fin y al cabo, cómo superar la pereza de volver a las rutinas y al día día.

Sinceramente, no creo que haya nada innovador al respecto, solemos estar y sentirnos mejor de vacaciones que trabajando, de esto no hay dudas. Con todo y con eso, las claves se pueden resumir en: organización, buena gestión del tiempo, del descanso, hacer deporte y actividades gratificantes que nos refuercen positivamente para superar las obligaciones que exige la vida diaria.

Si analizamos los días que estamos trabajando frente a los que estamos de vacaciones… ¿no merece la pena intentar que los primeros sean más llevaderos?. La gran incógnita que siempre aparece: la felicidad, ¿cómo hallarla?.

via tren

Según el Informe Mundial de la Felicidad (SDSN) realizado por las Naciones Unidas, Dinamarca es el país más feliz del mundo, a pesar de que sea frecuente pensar que los países nórdicos, por las escasas horas de sol y el frío, son más infelices. Entonces…¿qué hacen los daneses que les adjudica esta deseada posición (y que no hacemos en otros países)?

Lo llaman «hygge« y es tan simple como el aprender a disfrutar de los pequeños placeres de la vida diaria. Sin tantas aspiraciones ni grandes deseos; concederse todos los días un tiempo de autocuidado, de disfrutar de las pequeñas cosas que tan fácilmente, nos suelen pasar desapercibidas. Podéis pensar: ¿y si es tan sencillo por qué no lo hacemos? ¿dónde está el secreto?. La tendencia de la mente humana suele ser centrarse en lo que nos falta, en lo que no tenemos o en lo negativo; porque lo positivo que tenemos, por el mero hecho de tenerlo, no lo solemos valorar.

felicidad

Por lo tanto, y a modo de conclusión, creo que para que podamos ser felices, primero tenemos que aprender a conocernos y a cuidarnos. Dedicarnos unos minutos de nuestro día a distanciarnos de nuestros problemas, concedernos tiempo para saber apreciar pequeños placeres presentes en nuestras rutinas y prestar especial atención a la cantidad de cosas positivas que nos rodean. Siempre es más fácil cuando se hace cerca de personas que siguen esta línea, que te ayudan a apreciar lo que verdaderamente importa y que ellas mismas conforman y son, uno de estos pequeños pero muy grandes placeres. A todas las que yo tengo la suerte de tener: ¡gracias!.

Adiós agosto, ¡no tardes en volver! 😉