¡Se nos fue el 2016!

Invasión de mensajes, de correos, de WhatsApp llenos de buenos deseos y en nuestra mente «circulando» lo que queremos cambiar de nuestra vida aprovechando el año nuevo: ¡propósitos!.

Pero…¿son tan nuevos? Quizás sean los mismos o parecidos que los de los años anteriores porque «a veces» se nos resisten y van pasando de año en año: comer más sano, cuidarnos, dejar de fumar, estudiar inglés (u otros idiomas), pasar más tiempo con nuestros seres queridos o a lo mejor, aprender a disfrutar del presente, de los pequeños placeres de la vida.

Como acabo de mencionar, si siguen siendo los mismos… Algo está fallando ¿no?.

Como bien explica Patricia Ramírez en este post:

«Lo que fantaseamos, si no se registra y se planifica, se olvida y no se materializa»

Por eso es tan importante, como todos los objetivos que queremos cumplir que lo planifiquemos, que lo organicemos, que seamos perseverantes y sobre todo, que tengamos paciencia para conseguir que esos cambios puedan surgir su efecto y que nuestros propósitos se ejecuten y no se queden, tan sólo, en buenas intenciones. Todo cambio en nuestras rutinas requiere su tiempo y es fundamental que llevemos un registro de qué es lo que queremos conseguir, el punto de partida y cómo vamos progresando en el mismo, para que no se convierta en un «todo o nada» o en un «blanco o negro» si no que, podamos ver la evolución y cómo avanzamos en esa escala de grises -que tan difícil es apreciar-.

Como bien dice Patricia, bastante tiene ya el pobre enero como para dejar todo esto para este mes, quizás podamos, estos últimos días empezar algo, cambiar cosas que no nos gustan o alejarnos de algunos malos hábitos. Si esto es demasiado ambicioso -teniendo en cuanta los pocos días que le quedan al 2016-, quizás lo más fácil sea coger un cuaderno y empezar a escribir qué retos tenemos para este 2017 y que esta vez, no van a pasar -por no lograrse- al 2018.

Otra sugerencia que os planteo es hacer un listado con lo bueno que hemos vivido durante este año, con momentos que han de ser recordados, con personas que hemos conocido, con retos cumplidos, cambios personales o laborales importantes… ¿por qué? porque de lo malo nos acordamos pero… ¿de lo bueno?, parece que hay que enseñar (y/o forzar) a la mente a que lo recuerde y así, seguro que la obligamos a que lo haga. Esta gran idea me la dio mi AMIGA (en mayúsculas y en negrita) una persona que te hace sentirte una autentica privilegiada por tenerla cerca, que te cuida, te riñe cuando tiene que hacerlo, que te enseña día a día a ver lo bueno, a hacer frente a las adversidades, a centrarte en el presente y que se ha encargado de enriquecer, sin duda, mi 2016. Por aquí, también… ¡GRACIAS!.

Por último, rescatar de la entrada del año pasado esta frase -que me encanta-:

 “La victoria más dura es la victoria sobre uno mismo”.

Os deseo un 2017 cargado de trabajo (del sano), de amor, de salud, de retos, de viajes, de oportunidades, de emoción y de disfrute de vuestros seres queridos.

¡Feliz 2017!