¡Hola!

En honor al título de mi página, esta entrada está relacionada con el CAMBIO, definido como acción de cambiar, algo que parece fácil pero que casi nunca lo es… Tú, ¿cómo sueles afrontarlo?:

  • ¿Eres de las personas que le gustan los cambios, que los promueven en cuanto algo no les agrada o del bando contrario, de las que sólo con la idea de que se aproxime alguno se anclan aún más a quedarse como están?
  • ¿Cuál crees que diferencia a las personas que se abrazan a cualquier oportunidad de cambio frente a las reticentes en modificar cualquier aspecto de su vida?

Me ha inspirado enormemente el siguiente Podcast, en él, la autora, Belén Canalejo, nos habla de cuál es su actitud ante los cambios, cómo los suele provocar en su vida cotidiana ya que considera que, «el cambio es posibilitador, estimulante y permite crecer».

El afrontamiento personal que tengamos hacia los cambios es una de las piezas clave, seguramente, la que determine que nos gusten o que los evitemos a toda costa; cómo categorizamos la posible nueva situación/cambio futuro: como una oportunidad o como una amenaza. Que los busquemos, que seamos inconformistas o todo lo contrario: que prefiramos anclarnos a un trabajo que no nos hace sentir realizados, a una relación de pareja insatisfactoria, a una ciudad/vivienda incómoda, a relacionarnos con personas tóxicas, a ser no capaces de tomar decisiones relacionadas con ampliar la familia, ser/no ser padres o no aprender un idioma nuevo/deporte/actividad y un largo etcétera.

¿Qué hay detrás?, ¿Qué consideras que tienen en común éstas  y otros posibles escenarios que nos encontramos en nuestra vida cotidiana?

Sin duda… ¡el MIEDO!.

Miedo está definido como una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.

¿Qué suele pasarnos? ¿Es real la presencia del peligro o la hacemos más real para inhibir el cambio?

Solemos imaginar la nueva situación como una pérdida de algo, que va ser negativo, se infravalora la ganancia del cambio y eso hace que nos aferremos a la situación actual, justificando que nos compensa ese pequeño -o gran sufrimiento-, nos auto-convencemos de que «así, no estamos tan mal», consiguiendo quedarnos estáticos, en la falsa situación vital de confort que en realidad es de dis-confort y haciendo de ese temido peligro, ya nada imaginario, si no, REAL.

Entiendo que hay que valorar y analizar los posibles escenarios antes de dar el salto pero no podemos esperar a encontrar la situación idónea para darlo: siempre va a ver algo en contra y seguramente, no exista ni nos dejemos percibirla así jamás.

Espero que te haya servido aunque sea para cuestionarte tu estilo o barajar la posibilidad de ver los cambios desde otra perspectiva, con menos temor. Cree en ti mismo, no te conformes siempre con lo cómodo: Si tienes miedo, hazlo con miedo, pero hazlo.

Concluyo con este minipoema, de Ajo Poetisa:

«También, en general, detecto mucho miedo y poco peligro.

No hay peligro suficiente para tanto miedo como tenemos».