Nuevo mes, nueva estación… ¡se acercan cambios!

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Los cambios de estación suelen provocarnos inestabilidad en nuestro estado de ánimo, especialmente cuando pasamos de verano a otoño. Hay muchas teorías al respecto, pero la mayoría de los investigadores coinciden en que dichos cambios pueden estar desencadenados por la respuesta del cerebro ante la disminución de  las horas de luz y la relación con algunas hormonas claves en la regulación de los ciclos de sueño-vigilia, energía y estado de ánimo, como son la melatonina y la serotonina.

La serotonina es la sustancia química responsable de mantener el equilibrio en nuestro estado de ánimo, por lo que el déficit de serotonina suele conllevar estados de ánimo depresivos. La melatonina es la hormona que regula nuestro reloj biológico, está vinculada a los ritmos circadianos: funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas, y que coincide con los estados de sueño y vigilia.

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Cuando los días son más cortos en otoño e invierno, con menos horas de luz -y por lo tanto, más de oscuridad- se puede producir un aumento de los niveles de melatonina y una disminución de la serotonina. Este es el motivo por el que en esta estación podamos sentirnos más tristes, más decaídos, con menos energías y frecuentemente, cuando se está atravesando un periodo depresivo, los síntomas se acentúan.

Conocer cómo se adaptan nuestras hormonas a la nueva estación quizás nos pueda ayudar a no «alarmarnos» por sentirnos más decaídos o más tristes y a ser conscientes de que estos días quizás necesitamos una dosis extra de esfuerzo y de paciencia para hacer frente a nuestro día a día.

En cualquier caso, ¡animo!, pronto nos adaptaremos, y… ¡esto también pasará!.

Mientras tanto, disfrutemos de lo que, desde mi punto de vista, es lo mejor de esta estación: su efecto en la naturaleza y los paisajes que nos deja.

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