Crisis…¿también existenciales?

Crisis, esa palabra «maldita» que costó incorporar al vocabulario de algunos y que ahora nos gustaría dejar de escuchar…crisis financieras, económicas, políticas, sanitarias, de valores…

Según la RAE entre otras acepciones crisis es:

• Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente
• Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales.
• Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.
• Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
• Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
• Escasez, carestía.
• Situación dificultosa o complicada.

Crisis existenciales

Hace unos días recibí una llamada de la redactora de un programa de radio llamado La Observadora, me pedían mi opinión sobre este tipo de crisis, quizás menos conocidas. Si indagamos en las causas que suelen provocarlas o  los síntomas ante una crisis, seguro que nos damos cuenta que quizás en algún periodo de nuestra vida las hemos vivido.

¿Qué las ocasiona? ¿Están relacionados con ciclos vitales?

Por ello, las crisis se pueden producir por cambios vitales pero, en mi opinión, no siempre tienen que estar relacionadas con los mismos. Creo que es un proceso que funciona al igual que el estrés: las personas evaluamos las demandas de la situación que nos rodea y los recursos con los que contamos para hacerlas frente; si estos no son suficientes para el  entorno, se produce un desajuste que es lo que nos provoca ese estrés o esa crisis personal. Pienso que la sociedad actual es la gran responsable de que se produzcan este tipo de crisis. Vivimos inmersos en un mundo cada vez más competitivo, crítico y exigente en el que si queremos encajar nos obligan a ser perfectamente competentes a nivel físico, psíquico y social.

¿Cuáles son las más habituales y más complejas?

Las crisis más habituales y las más complejas suelen estar relacionadas con acontecimientos importantes  de la vida adulta:

1. Nido vacío
2. Divorcio
3. Viudedad
4. Jubilación
5. Muerte

¿Cómo reconocerlas? ¿Qué nos sucede?

Ante una crisis, solemos sentir los síntomas más característicos de la ansiedad en los tres sistemas de respuesta: tanto a nivel cognitivo, como fisiológico como motor. Los más comunes son: insomnio, irritabilidad, dolores musculares, dolores de cabeza, anticipación, pensamientos negativos, problemas gastrointestinales, fatigabilidad, aumentos de la frecuencia cardíaca, hiperventilación…

También suelen aparecer asociados a la crisis estados de ánimo bajo, estamos más decaídos o con cambios fuertes de humor; solemos estar más tristes y experimentar emociones negativas con más frecuencia o intensidad que habitualmente. Las más frecuentes suelen ser la tristeza, ira o el miedo.

¿Cómo afrontarlas?

En un primer momento lo aconsejable es intentar ocupar la mente con otras cosas “cuando se está ocupado no se está preocupado”, intentar mejorar el estado de ánimo: utilizar técnicas de relajación y de desactivación para reducir los síntomas de ansiedad.

La ayuda de un profesional sería conveniente cuando la persona considera que no tiene herramientas suficientes para hacer frente al problema. La intervención estaría en la línea del afrontamiento mencionada: la primera parte del tratamiento sería conseguir que se mejore el estado de ánimo.

Una vez conseguidos estos primeros pasos se trabajarían otras técnicas más cognitivas: la reestructuración, entrenamiento en solución de problemas o autoinstrucciones; todas las herramientas para que la persona pueda  incorporarlas y que le permitan superar el «bache».

En cualquier caso, creo que la caída, en ocasiones es necesaria para, entre otras cosas, disfrutar de la subida y de lo que supone estar arriba. Y porque después de un descenso siempre hay un ascenso.

Aquí podéis escuchar mi intervención en el programa. ¡Gracias!