En esta competitiva sociedad en el que vivimos, constantemente estamos recibimos críticas y, más veces de las que desearíamos, damos demasiada importancia a lo que la gente piensa o dice sobre nosotros.
Esta última semana, he tenido una experiencia que me ha hecho pensar sobre este tema, sobre la opinión que otros tienen de uno mismo y sobre la confianza. Creía que tenía claro quién me conocía de verdad y a quiénes creía yo conocer, pero, como ya escribí en la anterior entrada:
“En la vida hay que decidir si vas a ser confiado y arriesgarte a que te engañen o desconfiado y arriesgarte a no creer a una persona sincera”. Seremos más felices si somos confiados. Mejor arriesgarse a un engaño que arriesgarse a no creer una verdad.
Y sí, definitivamente, a veces las apariencias camuflan la sinceridad y otras…¡¡ engañan!!.
Si pensamos en tres o cuatro cosas en las que nos gustaría ser reconocido y preguntasen a nuestros amigos sobre cómo nos definirían… ¿Coinciden?. Lo ideal sería que sí, o al menos parcialmente.
A veces, no dedicamos el suficiente tiempo a conocernos y creo que es la clave. Nuestras debilidades (para intentar mejorarlas) y por supuesto, nuestras fortalezas.
Con ello nos podemos dar cuenta de si estamos viviendo de acuerdo a lo que es valioso para uno mismo o no, pero…
¡OJO! Tenemos que cuidar no compararnos, o al menos, no hacerlo de un modo en que siempre salgamos perjudicados con respecto al otro. Centrarnos en lo que queremos ofrecer a los que nos importan y dar, a la opinión que otros tengan de nosotros el valor justo o…¡ninguno!.
Buena semana y… ¡Gracias por leerme!.
En el siguiente vídeo podéis encontrar información relacionada.
Deja tu comentario